La vacuna contra la gripe puede reducir a la mitad el riesgo de mortalidad, aunque su eficacia contra la infección varía | Salud y bienestar | EL PAÍS
Cada año se producen aproximadamente mil millones de casos de gripe estacional. De estos, entre tres y cinco millones evolucionarán hacia una forma más grave. De este subgrupo, entre 290.000 y 650.000 pacientes lamentablemente fallecerán. Estos datos proporcionados por la OMS podrían reducirse de manera drástica si la población de riesgo se sometiera a la vacunación. Sin embargo, ¿hasta qué punto es efectiva la vacuna contra la gripe como herramienta de prevención? Un metaanálisis dirigido por investigadores de la Universidad CEU San Pablo concluye que la vacunación, en términos generales, disminuye la probabilidad de infección, aunque de manera desigual. No obstante, el impacto es notablemente sólido y homogéneo en la protección frente a los casos más severos, ya que puede reducir hasta la mitad el riesgo de mortalidad.
El análisis, en el que también han participado científicos del Instituto de Salud Carlos III, del Centro Nacional de Gripe de Valladolid y el Hospital 12 de Octubre de Madrid, recoge 192 artículos de diversos países y cuenta con datos de más de 6,5 millones de pacientes recopilados durante los últimos 20 años. “Es uno de los estudios más completos que hay sobre gripe, sobre todo porque compara entre las distintas cepas, lo que no es tan común”, explica en conversación telefónica Estanislao Nistal-Villan, profesor de virología en la Universidad CEU San Pablo y autor principal del análisis.
El estudio ha sido publicado este miércoles en la revista European Respiratory Review y analiza la prevalencia de los subtipos más comunes del virus de la gripe A (VIA) (H1N1 y H3N2) y del virus de la gripe B (VIB). La eficacia de las vacunas se ha estudiado en tres grupos de edad: niños menores de cinco años, personas de entre cinco y 65 años y adultos mayores de 65. Esta estratificación ha permitido detectar excepciones y puntos débiles. Entender por dónde se cuelan los virus ante la barrera protectora que ofrece la inyección. “Muchas veces concebimos una vacuna como una especie de escudo contra una infección”, reflexiona Nistal-Villan, “pero este artículo señala que, aunque eso puede pasar, no sucede de la misma forma ante todos los subtipos y con todas las edades”.